lunes, 12 de octubre de 2009

Desagüe


Tú, como mamá, no entiendes que lo que ella me cuenta está tan lejos de mi corazón como el amor de papá de su piel. Siempre la misma historia cuando vuelve a casa: el abrazo, los latidos acelerados, la voz entrecortada que narra la imposibilidad de un rebrote y las lágrimas que me corren por la cara. Sé bien que no son mías, que son de ella, como éstas de ahora sé que son las tuyas, porque a las muñecas feas, aunque te empeñes en demostrarme lo contrario, también les late el corazón, susurran al oído y lloran cuando se las abraza.

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