jueves, 29 de octubre de 2009

Preguntas en el aire



“¿Cuánto tarda una paloma en dar la vuelta a la ciudad?” La pregunta estaba lanzada con desgana, como si hubieras decidido llenar el tiempo con cuestiones peregrinas. Ante mi silencio dijiste: “Mira aquélla de allí; no la pierdas de vista. Cuando la vuelvas a ver, habrá llegado a la punta del espigón, habrá sobrevolado los jardines de palacio y descansado sobre algún seto próximo a una fuente soleada; luego, volverá aquí, como si hubiera viajado durante un día completo”.
“Las palomas no tienen sentido del viaje; vuelan por una necesidad vital: batir alas, acicalarse las plumas con el envés del aire y buscar alimento”, contesté. Nunca supe adónde querías llegar cuando me interpelabas de esa forma. Nunca se me dio bien volar ni apostarme en las cornisas para que me diera el aire. El alimento fuiste tú, hasta que ya no volviste a preguntar.

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